Podemos partir en 1890 cuando un historiador que investigaba las campañas de Luis XIV encontró unas cartas codificadas con la Gran Cifra, inventada por los Rossingnol (padre e hijo) que fueron criptoanalistas del rey.
El historiador que no tenía ni papa de criptografía se las dio a Étienne Baziers, un experimentado criptoanalista del departamento criptográfico francés. éste tardó 3 años en descifrarlas.
La cifra consistía en una colección de 587 números diferentes, cada uno correspondiente a una sílaba o letra, dependiendo, aparte de algunas trampas como que un número no representaba nada, simplemente indicaba que el número anterior no significaba nada.
En una de estas cartas se hablaba de El Hombre de la Máscara de Hierro. La leyenda popular nos cuenta que La Máscara era el gemelo de Luis XIV, condenado a la cárcel para evitar cualquier controversia sobre quien era el heredero de la corona.
Pero la carta nos cuenta los delitos de Vivien de Bulonde, comandante responsable de atacar la ciudad de Cuneo. Aunque le ordenador quedarse y resistir, Bulonde apretó a correr y dejó atrás su munición y todo soldado herido. El rey consideró esto un acto de cobardía y la carta indica lo siguiente: Su majestad conoce mejor que nadie las consecuencias de este acto, y también es consciente de lo profundamente que nuestra fallida tentativa de tomar la plaza perjudicará nuestra causa, un fracaso que hay que reparar durante el invierno. Su Majestad desea que arrestéis inmediatamente al general Bulonde y hagáis que sea conducido a la fortaleza de Pignerole, donde lo encerrarán en una celda guardada por la noche, permitiéndole caminar por las almenas durante el día cubierto con una máscara."
Así que ni películas de Hollywood, ni historias de Alejandro Dumas, ni na de na...aunque siempre queda la duda de si todo esto fue realizado a propósito para despistar y realmente haber encarcelado a su gemelo. Aunque creo que si fue esta última su intención, se pasó con el cifrado pues hubo que esperar 200 años para leer la carta.
Siguiendo con nuestra línea de tiempo, entramos de lleno en el siglo XVIII. Aquí, demostrada ya la valía de la criptografía y el criptoanálisis, comienzan a aparecer las llamadas Cámaras negras, que viene a ser como los centros de espionaje de aquel entonces. Equipos de critoanalistas codo con codo para descifrar todo mensaje que llegara a sus manos.
La más eficiente fue la Geheime Kabinets-Kanzlei de Viena. Las cartas que llegaban por correo a las embajadas se desviaban primero hacia la cámara negra donde se les quitaba el sello, se copiaban y se volvían a sellar para que el puntual servicio de correos vienés pudiera cumplir su trabajo. Lógicamente las cartas que salían de la embajadas también pasaban por la Geheime.
Como la sustitución monoalfabética seguía siendo muy usada en Europa, aquello era jauja, y no había secretos seguros. Incluso se vendía información a otros países. Así que al final aquello cambió y empezó a usarse la cifra Vigenère, más compleja pero más segura. El telégrafo creado a principios del siglo XIX influyó mucho en el cambio de codificación pues había que proteger los telegramas de ser interceptados y leídos. Aunque el mayor peligro era que un operario debía introducir el texto en el aparato, por lo cual sólo había que sobornar al telegrafista para obtener información...así que había que cifrar el mensaje antes de llevarlo al telégrafo.
Volvían a tener ventaja los criptógrafos, pues la cifra Vigenére o Cifra indescifrable...de momento seguía siendo indescifrable...hasta que llegó el cabezón de Charles Babbage.